21 prácticas de higiene del Salvaje Oeste tan increíbles que probablemente nunca las conociste
En el áspero entorno del Lejano Oeste, la higiene muchas veces quedaba en un segundo plano, eclipsada por las demandas diarias de la vida en la frontera. Sin embargo, vaqueros, colonos y nativos americanos reconocían la importancia del cuidado corporal dentro de sus posibilidades. En medio de las duras condiciones, idearon métodos creativos y a veces poco convencionales para mantener la limpieza.
Mientras navegaban por los territorios inexplorados de la higiene personal, sus experiencias desacreditaban muchos mitos y sentaban las bases para futuras prácticas higiénicas. El viaje desde métodos rudimentarios y a menudo equivocados hasta enfoques más científicamente sólidos es un testimonio de la adaptabilidad e ingenio humanos. La evolución de la higiene en el Lejano Oeste, aunque inicialmente caótica, finalmente contribuyó a las prácticas sofisticadas con las que estamos familiarizados hoy en día.
Las Familias Usaban La Misma Agua del Baño
En el siglo XIX, calentar agua para un baño era una tarea laboriosa, lo que llevó a una costumbre práctica pero poco higiénica en muchas familias: compartir la misma agua del baño. Imagina la escena: una gran tina de madera en la casa familiar, donde desde los abuelos hasta los nietos se bañan sucesivamente. El agua, inicialmente limpia y tibia, se volvería gradualmente turbia a medida que cada miembro de la familia tomaba su turno. Esta práctica era tan común que incluso inspiró el dicho: “¡No tires al bebé junto con el agua del baño!”, resaltando la capacidad del agua turbia para ocultar incluso a un bebé.
El ritual de los baños compartidos era un compromiso necesario, considerando el esfuerzo involucrado en calentar y transportar agua. Si bien fomentaba un sentido de cercanía familiar, también significaba que la limpieza del agua se deterioraba con cada uso. El último en bañarse, a menudo el más joven, enfrentaba las condiciones menos atractivas. Esta práctica no solo refleja los desafíos de la vida en el Lejano Oeste, sino también el ingenio y la adaptabilidad de las familias durante esta época.
Las Personas Dormían en Camas Infestadas de Insectos
En la búsqueda de una noche de sueño confortable, los colonos del Lejano Oeste fabricaban camas de paja, creando inadvertidamente un refugio para los insectos. Estos colchones de paja, aunque más cómodos que el suelo duro, se convertían en criaderos de piojos y otras plagas. Los hogares se transformaban rápidamente en sitios de anidación para estos huéspedes no deseados, con larvas infiltrándose incluso en los espacios más privados.
La falta de lavado regular y la naturaleza de la paja como material de cama significaba que estas plagas eran un problema persistente. Este aspecto de la vida en el Lejano Oeste resalta la batalla constante de los colonos con los elementos y el medio ambiente. Pinta un cuadro de una vida donde la comodidad a menudo venía con complicaciones imprevistas, y el concepto de una noche de sueño tranquilo era desafiado frecuentemente por las realidades de vivir en la frontera.
El Agua Limpia Era Difícil de Conseguir
Asegurar agua limpia era un desafío desalentador en el Lejano Oeste. La mayoría de las fuentes de agua, como estanques estancados y pequeños ríos, a menudo estaban contaminados por las actividades tanto de humanos como de animales. Estas fuentes eran criaderos de bacterias e insectos, lo que hacía que el agua fuera insegura para el consumo. La alternativa, el agua de lluvia recolectada en cisternas, también tenía sus limitaciones, con una vida útil corta y susceptibilidad a la contaminación.
Esta lucha por el agua limpia ilustra las duras realidades de la vida durante esta era. Subraya las batallas diarias enfrentadas por los colonos para satisfacer necesidades básicas, un testimonio de su resiliencia y adaptabilidad en un paisaje que a menudo era implacable y duro.
El Cuidado del Cabello Era Primitivo en el Mejor de los Casos
El cuidado del cabello en el Lejano Oeste distaba mucho de los estándares actuales. Las mujeres a menudo recurrían a métodos poco convencionales, como usar una mezcla de whisky y aceite de ricino para lograr un brillo lustroso. Después, enjuagaban su cabello con agua de lluvia o borax, un producto químico a base de sodio. Estos métodos rudimentarios reflejan los recursos limitados disponibles y el ingenio de las mujeres para mantener el arreglo personal.
Este aspecto de la higiene resalta la creatividad y el ingenio de las mujeres en una época en la que los productos modernos para el cuidado del cabello eran inexistentes. Sus esfuerzos por mantener apariencias y la higiene personal en tales condiciones demuestran una adaptabilidad y resistencia notable.